El subsuelo proporciona aislamiento frente a condiciones climáticas de cualquier tipo. La temperatura del suelo o la roca ofrece un ambiente térmico moderado y uniforme en comparación con los extremos que experimentan las temperaturas en la superficie. Estas temperaturas moderadas y la gran inercia térmica de la masa de tierra proporcionan muchas ventajas en cuanto a conservación y almacenamiento de la energía. Así pues, estar bajo tierra ofrece protección en climas adversos y un importante ahorro energético.
Uno de los ejemplos más representativos de este efecto se encuentra en la caverna de Gjovik, en Noruega. Esta caverna, que se excavó para los Juegos Olímpicos de inverno de Lillehammer, es un espacio polivalente donde se realizan deportes sobre hielo, conferencias, exposiciones y salones de muestras, y tiene un aforo de 5.000 personas. Se construyó en 1993 y ostenta aún el récord de ser la mayor caverna de uso público del mundo. Una de las principales razones que motivaron su construcción fue el gran ahorro energético que permitía gracias a la estabilidad ambiental que proporciona la roca.